Estar con uno mismo en silencio, también se puede volver una experiencia sumamente agradable y enriquecedora. Es estar en compañía de sí mismo, comprendiéndose y conociéndose cada vez un poco más.
La soledad nos ayuda a descubrir recursos que no vemos cuando estamos mirando todo el tiempo hacia fuera. Es así como la persona puede poner en perspectiva sus miedos, sus apegos y todas las ideas o construcciones mentales que tanto daño le generan.
En lugar de luchar contra la soledad, es más recomendable saber encontrar el placer y el sentido de ésta, aprender a disfrutar de uno mismo y a equilibrar las demandas en relación a la compañía o la presencia constante de un otro.
El gusto y el sentido de por soledad deben valorarse igual que los placeres y el sentido de la conexión con otros, permitiendo que ambas sean un movimiento y una energía que ayudan al sano crecimiento personal e interpersonal.