Un barco navega hacia el este y otro hacia el oeste.
Sopla para ambos el mismo viento.
Es la posición de las velas y no los vendavales lo que determina el sentido en el que vamos.
Como los vientos del mar son los caminos del destino mientras navegamos a través de la vida, son los actos del alma los que determinan el rumbo y no la calma o la tempestad.
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