jueves, 9 de agosto de 2012

Nadie ha muerto de un ataque de felicidad



Que yo sepa, desde que el hombre habita en la tierra, y mira que ha llovido, nadie haya muerto de un ataque de felicidad. Y no es solo porque la felicidad no mate, sino más bien porque no dura lo suficiente como para matar a nadie.
Lo normal es morir de infelicidad, de dolor, de hambre, de aburrimiento, de cansancio, de muerte violenta, de desamor, de soledad.
Es decir, de lo que se a vivido. Y nadie que yo sepa, a vivido la felicidad.

Cualquiera que haga balance de su vida sabe que los fugaces momentos de felicidad son pequeños islotes rodeados de dolor por todas partes.

La felicidad es siempre la excepción, cuando debía ser, según nuestro deseo, el estado natural, lo normal. Lo cual nos da pie para reflexionar una vez más sobre el planteamiento erróneo de la sociedad que no esta organizada para hacernos felices, sino para aumentar, con todos los medios a su alcance, nuestro ya insoportable grado de infelicidad.

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