jueves, 11 de junio de 2015

Al rincón de pensar



Como decíamos ayer, la vida no siempre sale. De echo, casi nunca ocurre lo que uno esperaba. A veces lo haces todo bien y no haces más que recibir collejas. Sin embargo otras en las que tampoco habías hecho nada especial va y te premian por todos lados. Premio y castigo. Zanahoria y palo. Nada que ver con merecérselo o no.

El clásico "¿que he hecho yo para merecerme esto?, ¿porque a mi y no a otro?", son preguntas estúpidas, retórica de café. Por que quien te maltrata, no te merece. Y por que quien te quiere bien, no sólo no te deja marchar sino que hará lo que sea por retenerte.

Si no es así es que tampoco te quería tanto como te decía. Y si tú eres consciente y lo aguantas entonces ya no eres víctima, sino complice. Por eso es bueno de tanto en tanto pillar el petate y saber decir "ahí te quedas". Por eso es bueno de tanto en tanto ponerse en riesgo.
Analiza que es lo que realmente quieres y si nadie te lo está ofreciendo búscate la vida. No es tanto mirarse a los ojos o a las gafas, como saber ver que hay detrás.

Hoy aquí tampoco es que empiece nada nuevo. Hoy simplemente continúa lo que jamás debió ser interrumpido. Una conversación abierta, en canal, sin guión alguno y sin pacto previo.
Un escucharse, un dejarse hablar, un nuevo "cómo" para el mismo"qué".
Porque la vida entera es una conversación, imprevisible, cruda y nada ni nadie la podrá detener.

Ni siquiera el peor de los castigos, que no deja de ser la última gran pregunta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario